Frailes Carmelitas Descalzos en Ecuador

El Discernimiento Vocacional en la Orden Seglar

Myrna Torbay ocds

Julio 2016

Ante todo, gracias por la oportunidad de compartir esta reflexión, cuyo único propósito es proponer algunas pistas para continuar trabajando juntos este tema del Discernimiento Vocacional en el Carmelo Seglar.  Gracias a mi comunidad, al P. Javier, P. Maximiliano, P. Alzinir, por los diálogos establecidos en torno a este tema.  A lo largo del día, hemos estado aproximándonos a los elementos fundamentales del carisma, desde diversas perspectivas, y esta tarde ofrecemos una más.

Ya desde el año 2000, el P. Aloysius Deeney Delegado General para la Orden Seglar, introducía el tema en el Congreso Internacional celebrado en México, y posteriormente en el año 2003-2004, emitía un documento titulado “Elementos para el discernimiento de la Vocación a la Orden Seglar de los Carmelitas Descalzos”.  También en la RATIO INSTITUTIONES PARA LA ORDEN SEGLAR del 2009, aparecen una serie de artículos en los que se mencionan las cualidades que indican aptitud para la vocación al Carmelo Seglar, además de plantear brevemente el tema del discernimiento de la vocación.

Por lo tanto, partiendo de los elementos fundamentales propuestos en estos documentos, intentaremos dar un paso más desde la experiencia vivida en estos últimos años.

En el Congreso de México, nos decía que “todos los Carmelitas de cualquier estado de vida o estado vocacional son llamados (subrayo esta palabra) a meditar día y noche la ley del Señor”, y desde esa perspectiva habría dos preguntas a responder: ¿Por qué quieres ser carmelita seglar? y ¿Por qué quiere Dios que seas Carmelita Seglar?, y las respuestas tendrían que ser iluminadas por una clara comprensión de la identidad de los laicos, y su lugar y misión en la Orden del Carmelo Descalzo, desde el Magisterio de la Iglesia; es decir, laicos llamados a vivir la espiritualidad teresiana-sanjuanista, al servicio de la Iglesia y del mundo.

Continúa diciendo: “El mundo tiene necesidad de lo que el Carmelo ofrece y este tiene la responsabilidad de decir su mensaje al mundo.  Los días de dejar al sacerdote hacer todo han pasado… cada vocación trae una responsabilidad [y] ser un carmelita [seglar] no es un pasatiempo espiritual, sino una responsabilidad espiritual”.

En tal sentido, plantea como “criterios fundamentales para el discernimiento”:

  1. La progresión en santidad, como crecimiento hacia la plenitud de la vida cristiana y a la perfección en la caridad… ser “instrumentos de santidad”, desde la coherencia entre lo que se profesa y lo que se vive.
  2. La progresiva comunión eclesial, desde la confesión de la fe católica, la comprensión y apropiación del Magisterio, la comunión con el Papa y los Obispos, el reconocimiento de la legítima pluralidad de las diversas formasasociadas de los fieles laicos en la Iglesia, y la disponibilidad a la recíproca colaboración.
  3. Y el progresivo compromiso con la evangelización y la construcción de unasociedad más humana, no sólo desde el apostolado individual, sino también desde el apostolado comunitario, particularmente en el ámbito de la pastoral de la espiritualidad.

También menciona los diversos elementos que conforman el carisma de la Orden: es contemplativo, es mariano, es servicio, es comunidad, e invita a profesar todos estos elementos sin excluir ninguno de ellos.

Por lo tanto, en ese documento nos propone el discernimiento de la vocación, desde la clara consciencia de estar respondiendo a la “llamada”, en la comunidad adecuada, y del estar progresando en el compromiso y vivencia de esa vocación.

Posteriormente en el segundo documento, quizás más conocido y estudiado en nuestras comunidades, comienza describiendo a un miembro del Carmelo Seglar “como un miembro practicante de la Iglesia Católica, que bajo la protección de Nuestra Señora del Monte Carmelo, inspirado por Santa Teresa de Jesús y por San Juan de la Cruz, se compromete con la Orden a buscar el rostro de Dios, para bien de la Iglesia y del mundo”, y continúa con una breve descripción de seis elementos que conjuntamente definen el perfil del carmelita seglar:

1.  Miembro practicante de la Iglesia católica, con la capacidad de participar plenamente de los sacramentos con “una conciencia clara”

2.  Bajo la protección de Nuestra Señora del Monte Carmelo, vivida no sólo como una devoción mariana, sino como una inclinación a imitar a María, como persona incondicionalmente disponible para cumplir la voluntad de Dios, [al igual que su esposo San José], meditando y guardando en el corazón la Palabra de Dios, y dejándose permear plenamente por ella.

3.  Inspirada por Santa Teresa, San Juan de la Cruz y todos los santos del Carmelo, quienes imprimen el carisma de la Orden, por lo tanto, es importante conocerles para vivir en fidelidad la herencia espiritual que nos han dejado, pero sobre todo, vivir la comunión plena con Dios, tal como ellos la vivieron, y acompañar a otros en esa experiencia.

4.  Comprometido consigo mismo, con la comunidad, con la Orden y con la Iglesia, en la forma de las Promesas de los Consejos Evangélicas, pues se trata de un acontecimiento que introduce a la persona en el dinamismo permanente de la toma de conciencia de todas aquellas realidades que le dificultan vivir la pobreza, la obediencia y la castidad, en el espíritu de las bienaventuranzas, especialmente en la comunidad (este ámbito es muy importante), y en todas las realidades en las que se desempeña.  “Las Promesas son un compromiso de una nueva forma de vida, en la cual, con una lealtad a Jesucristo, marcan a la persona y la manera en que esta persona vive”.

5.  Buscar el Rostro de Dios, para poder conocerle, amarle, y servirle, mostrando su rostro misericordioso a una sociedad necesitada de Él.  La contemplación es un don de Dios que no se obtiene por los propios méritos sino por pura gracia, y acompaña el crecimiento en el espíritu con el crecimiento de las virtudes, y un mayor compromiso ético y moral, que favorecen la justicia y la cultura de la paz.  Por tanto, no se trata de orar por orar y nada más -una contemplación vaciada de sentido y contenido-, sino de actuar en consecuencia por la práctica de las virtudes y la caridad.

6.  Para el bien de la Iglesia y del mundo, como resultado del entendimiento del lugar del Seglar en la Orden y en la Iglesia, y como fruto de la oración vivida como amistad transformante, de cara a ofrecer a tanta gente que vaga por el mundo, confundida y sin sentido, la herencia del Carmelo Descalzo como mediación para un encuentro personal con Dios, en la persona de Jesucristo y por la gracia del Espíritu Santo.

Indudablementeestos documentos, contienen todos los elementos para el discernimiento vocacional del Carmelita Seglar, y están a disposición de las comunidades desde el año 2000; sin embargo, en la práctica, existe una voz generalizada sobre las dificultades que supone para las comunidades discernir la vocación y los procesos vitales de sus miembros, e intuyo que quizás sea un asunto más de orden metodológico, por una parte, y por la otra, la dificultad que supone tanto para los miembros de los Consejos como para los Padres asesores la corrección fraterna cuando es mal entendida u orientada.

En el año 2005, tuve la oportunidad de participar en un proceso de reflexión sobre este tema, liderado por el Consejo de la Fraternidad de la Comunidad del Carmelo Seglar de Hazmiye, Líbano, presidido por Joe Kareh, y acompañado por el entonces asesor Fr.  Raymond Abdo ocd, en el que durante varios meses estuvimos estudiando estos documentos, y reflexionando juntos sobre las implicaciones que tendrían en la vida de cada carmelita seglar y en la vida de la comunidad.

Lo primero fue, una puesta en común de lo que estamos entendiendo por vocación, qué entendíamos por discernimiento, de qué trata el discernimiento de una vocación al Carmelo Seglar, y por qué era necesario este proceso.  Necesitábamos hacer juntos ese camino, como paso previo al estudio de los documentos.

Posteriormente, y partiendo del hecho de que en definitiva todo se traduce en la experiencia de comunión de amor con Dios, la comunión de voluntades como lo dice nuestra Santa, decidimos hacer una “lluvia de ideas”, y analizar las convicciones, valores, orientaciones prácticas y frutos que dinamizan ese proceso, y el cual presento brevemente a continuación:

Comunión de Amor

Convicciones

Valores

Orientaciones prácticas

Frutos

Con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo

Dios nos ama y nos ha creado para Amar experimentemos el Verdadero Amor, y podamos Amar como Él nos Ama

Amor

Compromiso

Fidelidad

Confianza

Obediencia

Gratuidad

Perdón

Reconciliación

Misericordia

Respeto

Trato de amistad, estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama…

Vida sacramental

Contemplación: Mirar a Dios y dejarse Mirar por Él

Amor

Caridad

Paciencia

Humildad

Disponibilidad

Confianza...

Con la Virgen María

Madre y modelo de obediencia, oración, y discernimiento de los acontecimientos

Silencio

Presencia

Mansedumbre

Disposición

Interioridad

Fidelidad

Confianza

Dignidad

Amarla, contemplar su vida y sus actitudes para seguir su ejemplo

Silencio

Escucha

Interioridad

Paciencia

Confianza

Con la Iglesia

Diversidad de carismas y dones

Valoración del Magisterio

Amor

Respeto

Participación

Obediencia

(sumisión de la inteligencia y de la voluntad)

Participación comprometida

Estudio y reflexión

Identidad

Respeto

Con la Orden desde Teresa y Juan de la Cruz

Integración a la Orden por reconocimiento de la vocación seglar, a vivir la comunión de amor

Trato de amistad

Fraternidad

Humildad

Desasimiento

Oración

Meditación

Contemplación

Dignidad Humana

Interiorización

Conocimiento de los Santos y la doctrina teresiano-sanjuanista

Misión

Disponibilidad

Compromiso

Amor

Identidad

Fraternidad

Fidelidad

Responsabilidad

Consigo mismo

Morada de la Trinidad

Llamada

Dios capacita para responder

Dignidad humana

Humildad

Conversión Finitud

Autonomía

Examen de conciencia,

Reconciliación

Conversión

Arrepentimiento

Madurez

Sabiduría

Confianza en sí mismo

Misericordia

Perdón-

Reconciliación

Con el otro, el prójimo

Todos somos imagen y semejanza de Dios

Compartimos la misma dignidad, el mismo proyecto, la misma condición y capacidad

El otro es otro yo

Dignidad

Respeto

Consideración

Amor

Integridad

Autonomía

Igualdad

Solidaridad

Tolerancia

Aceptación del otro

Diversidad

Corrección fraterna

Reciprocidad

Bienaventuranzas

Realización

Gozo

Plenitud

Con el mundo, toda la creación: la misión

Nos comprometemos por el bien y la salvación del mundo, para responder a sus necesidades

Corresponsabilidad social

Participación cotidiana en la construcción del Reino

Obras quiere el Señor

En pequeña escala un mundo más vivible

 

Hecho esto, comenzamos a estudiar detalladamente el documento del P. Aloysius, de la mano de lasConstituciones, obteniendo como resultado unas orientaciones básicas, que os presento a continuación, y que podrían servir de base para la formulación de unas guías de apoyo, que orienten el discernimiento personal y comunitario, año tras año, para ser conscientes, con humildad y verdad, de los avances y de las dificultades que encontramos en este camino de perfección y santidad, desde el carisma propio del Cermelo Descalzo:

Elementos

Orientaciones

1.  Miembro Practicante de la Iglesia Católica Romana:

Practicante de laFe Católica

• Compromiso real: alguien que ya participa en la vida de la Iglesia Católica, pero que busca “algo más”.

• Eucaristía: Cumbre e identidad de la vida católica.  (Más allá del culto “extra muros”).

• Estar autorizado para participar en el OCDS (en cuanto Institución de la Iglesia, sujeta a leyes).

Antes de entrar a la Orden, ya era un miembro activo en la Iglesia Católica.

¿Qué es lo que busco de más con mi compromiso en la Orden Seglar? ¿Un acercamiento a la Virgen del Carmen? ¿Un rezo más sistemático? ¿Una vida espiritual más profunda? ¿Una comunión de amor con Dios Uno y Trino? ¿Una fraternidad para compartir el rezo, la vida? ¿Qué busco? ¿Cómo es la fe que profeso?

Cómo vivo los sacramentos: el Bautismo, la Eucaristía, la Penitencia y la Reconciliación, la Unción de los enfermos, el matrimonio ¿Qué significa la Eucaristía para mí? ¿Cómo introducir los beneficios de la Eucaristía en mi vida diaria?

¿Vivo alguna situación irregular que me impida participar en la Orden? ¿Consulté al Sacerdote encargado?

¿Conozco lo que la Iglesia me exige como laico consagrado?

¿Lo cumplo?

2.  Bajo la protecciónde Nuestra Señoradel Monte Carmelo

• Devoción que nos remite a la vida de oración, la meditación y la contemplación.

• Actitud y disposición interior para descubrir la voluntad de Dios y obedecerlo,

• La Virgen nos atrae hacia la Iglesia, el Cuerpo Místico del Cristo.

¿Por qué la Virgen me atrae hacia la Iglesia? ¿Cuál es el sentido? ¿qué es lo que ella espera mí?

¿Cuáles son las actitudes, las características de nuestra Santa Virgen María que debo imitar? ¿Por qué?

¿Cómo camina conmigo la Virgen?

3.  TeresayJuan de la Cruz: Carisma y Doctrina (Docere, aprendere).

• Formación “performativa” que permea la vida.  Actitud abierta al estudio y/o a la escucha.

CONOCER vs. APREHENDER

¿Cuánto tiempo tengo disponible para la formación?

¿Me intereso por la formación de los Santos de la Orden, o siento que es una obligación, algo impuesto? ¿Por qué me han de interesar? ¿Cómo puedo amar lo que no conozco? entonces, ¿cómo conocerlos?

¿Cómo refuerza la formación mi identidad carmelitana? ¿mi vida espiritual? ¿cómo pueden influir en mi proceso de conversión y mi “camino de perfección”? ¿en mi relación con Dios? ¿con los otros? ¿con la Iglesia? ¿con la Orden? ¿esa formación me ayuda a crecer en virtudes?

¿Estoy consciente de que con las promesas definitivas no se ha concluido mi formación? ¿Por qué no concluye?

4.  Comprometerse con la Orden y con la Iglesia:

• Espiritualidad + formación + Devoción María + Compromiso (Orden e Iglesia)+ Fraternidad (vida comunitaria).

• Valor y significado de las

Promesas y de los votos / Formación permanente/Proyección en la vida diaria

• Una verdadera vida comunitaria con un objetivo común: la vida en el Espíritu bajo el “Carisma del Carmelo”.  Búsqueda común.

Vida fraterna: tolerancia, ayuda integral (recibir y dar).  Estar atento a las necesidades de todos los miembros.

• Compromiso que transforma, compromiso que alimenta mi proceso de conversión.

Las promesas (temporales y definitivas), ¿qué significan para mí? ¿Cómo vivo prácticamente la castidad? ¿la pobreza? ¿y la obediencia? ¿de Pensamientos, palabras, y obras?

¿Qué me impide vivir la “gracia” en plenitud).  Como inciden en mi vida las promesas? Cuáles son las consecuencias prácticas de las promesas en mi vida?

Yo:Examen de conciencia permanente: de qué se trata? para qué sirve? reconozco mis debilidades? mis pecados? asumo mi finitud? me controlo antes de reaccionar? Me creo poseedor de la verdad? Juzgo severamente a los demás? me arrepiento? pido perdón? perdono a los otros? En la práctica, cómo vivo la caridad? la esperanza? la fe? la paciencia? La justicia? la prudencia? la humildad? la responsabilidad? la disponibilidad? mi compromiso con Dios, conmigo mismo, con el prójimo, con la Orden, con la Iglesia?

El Otro:¿acepto a los otros como personas que tienen la misma dignidad que yo? ¿respeto sus opiniones? ¿me impongo? ¿me someto? ¿acepto y valoro la colegialidad? ¿acepto la corrección de los otros y soy capaz de hacerla fraternalmente? ¿cómo vivo en la práctica la reciprocidad? ¿la solidaridad? ¿la tolerancia? ¿la comprensión de los otros? ¿la corrección fraterna?

Comunidad:Qué significa para mí la vida comunitaria? Qué espero de mi comunidad? Que estoy dispuesto a dar a mi comunidad?

5.  Buscar el rostro de Dios:

• Apertura plena.  Un “Trato de amistad”, una “comunión de amor”, vida de santidad, conocimiento mutuo, obediencia a Su voluntad (activa y pasiva), espiritualidad auténtica.

• A través de la oración, la meditación de la Palabra, la contemplación (como gracia), el servicio, una nueva manera de vivir, un cambio interior, la práctica de las virtudes.  Tender a la Santidad.  Frutos: personales y eclesiales.

• Mostrar el rostro de Dios a los otros (Seglar como actor): implícitamente (en la vida personal, diaria, crecimiento de las virtudes) yexplícitamente (en la vida Eclesial: misión, anuncio de la Buena Nueva, apostolado).  Coherencia, testimonio de vida.

¿Qué lugar ocupa Dios, Padre todopoderoso en mi vida? y su Hijo, nuestro Señor Jesucristo? y el Santo Espíritu? ¿Cuánto tiempo dedico a la oración, a la meditación de la Palabra, ¿al diálogo de amistad, a la contemplación, a su servicio? A continuación se mencionan dos etapas de la vida espiritual; en cuál de ellas me ubico:

Dios para mí:Dios es mi asistente personal, alguien que debe satisfacer todas mis necesidades lo más pronto posible. 

Tuyo soy Señor:aquí estoy Señor, hágase en mí según Tu Palabra.  Dios tuvo la iniciativa de llamarme a su servicio.  Todo es gracia, acepto la llamada?

¿Cómo descubro la voluntad de Dios en mi vida? ¿hago la voluntad de Dios? Acojo las exigencias de Dios o las rechazo? Ante los fracasos y el sufrimiento, ¿me rebelo? ¿me resigno? ¿lo acepto? Establezco un diálogo de amor con Él?

¿Cómo es mi testimonio de vida? Soy la morada de la Santísima Trinidad: ¿lo reflejo? ¿Reflejo el amor y la misericordia de Dios? ¿Hay coherencia entre lo que pienso, digo y vivo? Qué significa buscar la Santidad?

6.  Para la salvación de la Iglesia y el mundo:

• Compromiso del laico en la Iglesia para responder a sus necesidades y a las necesidades del mundo.

• Formar un “grupo apostólico”: deseo renovado para la oración, la meditación, el contemplación y la vida sacramental

• Extender el mensaje del Carmelo.  Responsabilidad con el mundo.  ¿Qué podemos compartir con los demás de lo recibido en el Carmelo?

Cuál es mi misión como laico consagrado (a nivel personal)?

¿Cuál es nuestra misión como Orden Seglar y concretamente mi comunidad? ¿De qué soy eclesialmente corresponsable?

¿Qué es lo que tengo para compartir con mi familia? ¿mis amigos? ¿mis colegas de trabajo?

¿Cuál es mi sensibilidad ante las necesidades de la humanidad?

 

Posteriormente, y tras compartir esta experiencia con mi comunidad en Venezuela, la pusimos en práctica de la mano de Fr.  Oswaldo Azuaje, entonces asesor de nuestra comunidad (actualmente Obispo), y posteriormente, y por unos años con el fraile asesor de la Comunidad.

Entonces lo que hacíamos era: reunirnos una vez al año, en clima de retiro y oración, y cada quien intentaba responder personalmente esas preguntas; luego compartía su reflexión con el Padre Asesor, y posteriormente había una puesta en común comunitaria, según la etapa de formación.  Todos participábamos en estas jornadas, pues entendíamos que, aunque tuviésemos las promesas definitivas, el poder profundizar sobre nuestra vocación año tras año, nos ayudaba a crecer en nuestra identidad y en nuestra misión, y sobre todo en fraternidad y en humildad, pues reconocíamos que la vocación debía siempre ser discernida.

En el año 2009, la Ratio dedica un capítulo al tema del Discernimiento de la vocación al Carmelo Seglar, y menciona una lista de cualidades que luego convergen en los 6 elementos fundamentales del P. Aloysius, pero también señala algunas actitudes que muestran indicios de una falta de vocación (Nº 59-72)[1].

Por lo tanto, partiendo de estas experiencias y documentos, hoy intentaremos dar un paso más.  Concretemos estos dos elementos antes de seguir adelante: vocación y discernimiento.

Se trata de una VOCACIÓN, que en el Carmelo teresiano se caracteriza por ser una llamada centrada en la RELACIÓN interpersonal, entre nosotros y con Dios; aclaro: así como para los franciscanos lo central es la pobreza, o para los jesuitas lo central es la lucha por la justicia, para nosotros los carmelitas descalzos lo central es la RELACIÓN amistosa CON DIOS, (y esta relación de amistad, se extiende a toda la vida: somos amigos).  Dios nos llama y nos capacita para vivir una relación de amor, consciente e íntima, desbordante y gratuita progresivamente, y esta relación con Dios Uno y Trino, nos transforma y permea todo nuestro universo relacional: con nosotros mismos, con María y José, con nuestros Santos, con los que nos rodean, con la Iglesia, con las religiones, con las realidades del mundo y con toda la creación.  En teniendo a Dios se tienen todos los bienes, y el amor que de allí brota nunca está ocioso…

Por lo tanto, lo primero que tenemos que caer en la cuenta es que nuestra VOCACIÓN ES EL AMOR: estamos aquí para APRENDER A AMAR, DEJÁNDONOS AMAR PLENAMENTE POR ÉL… y esta es una tarea de toda la vida, un amor tan diferente a lo que entendemos por amor nos desborda, no somos capaces de acogerlo, de vivirlo en términos de GRATUIDAD, y más aún de creerlo… no podemos amar a quien no “conocemos”, y primero tenemos que conocer “íntimamente” a Dios revelado por la gracia del Espíritu Santo en su Hijo Jesucristo, conocerlo allí donde ocurren las cosas más secretas entre Dios y el alma, conocer su plan para con nosotros mismos y para la humanidad, su Reino, y así conocer nuestra gran dignidad y nuestra infinita capacidad de bien, reconociéndonos a su imagen y semejanza… (Siempre lo digo, sería inconcebible ser imagen y semejanza de un dios justiciero, castigador, que lleva cuenta de nuestros actos, de nuestros errores para echárnoslos en cara, de nuestras dificultades, de nuestras devociones o penitencias realizadas más por el peso de las costumbres o por el temor servil… un dios que nos chantajea por nuestras debilidades y con quien comerciamos por baratijas… asuntos de poca monta… no, ese no es el Dios que profesamos los católicos…)

En este sentido podemos afirmar que la vocación se devela progresivamente, en tanto en cuanto la vivimos interiorizando, educando, cultivando, asumiendo plenamente nuestra relación con Dios, a su modo… no al nuestro… y esto es un proceso…

Lo segundo, reconociendo el valor dinámico de la Vocación que no se agota en el discernimiento inicial, podremos decir que DISCERNIR LA VOCACIÓN consistirá en profundizar permanentemente ese “marco de convicciones” que nos llevan a vivir la vida en el AMOR, con honestidad, y en la Verdad… Entonces habrá que explorar profundamente todas nuestras motivaciones y mociones interiores, e identificar todo aquello que nos impide vivir nuestro universo relacional con madurez y plenitud… caer en la cuenta de las dificultades para crecer en tolerancia, perdón, acogida, diálogo, amor, gratuidad y misericordia… y lo que encontremos, presentárselo a Dios y presentárnoslo los que compartimos este ideal, para que juntos podamos superarlos.  (Recordemos aquella experiencia de los 5 que se amaban en Cristo, que procuraban juntarse alguna vez para desengañarse unos a otros, y decir en lo que podrían enmendarse -con amor y cuidado de aprovecharse- y así contentar más a Dios… (Cf.  V16, 7).

Caer en la cuenta con honestidad de nuestra propia realidad y la de nuestra comunidad, para ir trocando progresivamente nuestras miserias por virtudes (frase tan apreciada por laSanta), cambiar nuestros discursos magistralmente argumentados para autojustificarnos, cambiar nuestra egolatría entronada y entrampada en nuestros propios enredos sigilosos, por la experiencia de la VERDAD en humildad, la experiencia del Dios de Jesús…vivir la vida en RELACIÓN, con plena coherencia entre lo que pensamos, profesamos y hacemos…

Por lo tanto, me atrevería a afirmar que la dinámica del discernimiento vocacional es una tarea de toda la vida, y es la misma dinámica del conocimiento propio que nos plantea TERESA DE JESÚS, y que en el libro de la Vida nos dirá quees el pan con que se han de comer todos los manjares:

“…jamás se ha de dejar, [pues]no hay alma en este camino tan gigante que no haya menester muchas veces tornar a ser niño y a mamar (y esto jamás se olvide, quizás lo diré más veces, porque importa mucho); porque no hay estado de oración tan subido, que muchas veces no sea necesario tornar al principio, y en esto de los pecados y conocimiento propio,… sin este pan no se podrían sustentar...” (V 13, 15).

En tal sentido, no nos escandalicemos, los que nos creemos muy avanzados en la Orden Seglar, con promesas definitivas y más aún con votos, cuando se nos diga que estamos todos invitados a trabajar sobre este tema de la vocación, los que inician y hasta las promesas definitivas, para discernirla; los demás para adentrarnos en su hondura y sentido hasta el último suspiro de nuestras vidas.  Acojamos esta propuesta de nuestra santa madre con humildad, y ayudémonos los unos a los otros a vivirlo en fidelidad.

Los seis elementos planteados por el P. Aloysius, tienen como eje transversal la transformación del yo en Jesucristo por la experiencia de su Amor; es decir, la configuración en Cristo por Amor… pasar del hombre viejo atado a las pasiones al hombre nuevo desasido de ellas… amada en el Amado transformada… y ese camino de unión se recorre a partir de la experiencia de la oración-amistad, la fraternidad, el desasimiento, y la humildad.

“Muera ya este yo, y viva en mí otro que es más que yo y para mí mejor que yo, para que yo le pueda servir.  El viva y me dé vida; El reine, y sea yo cautiva, que no quiere mi alma otra libertad… Dichosos los que con fuertes grillos y cadenas de los beneficios de la misericordia de Dios se vieren presos e inhabilitados para ser poderosos para soltarse” Exclamación 17,3.

Desde esa perspectiva, y con todo lo que hemos repasado sobre los valores y principios que sustentan nuestras convicciones como carmelitas descalzos, podríamos entonces introducir en nuestras comunidades, una serie de actividades e instrumentos que nos ayuden en esta tarea, entendiendo que es una tarea de TOD@S, y que a las personas que comienzan a “andar” no se les puede exigir que “vuelen” (V 31, 7), y a las que no terminan de volar (o no terminamos de volar), habría que discernir si están en el lugar adecuado, o si están viviendo o estamos viviendo (consejos locales, provinciales, frailes asesores y demás miembros de la comunidad) lo que deberíamos vivir (fíjense que he utilizado la palabra “viviendo”, y no “haciendo” puesto que definitivamente no se trata de hacer sino de vivir la experiencia de Dios).

Así, sugiero algunas orientaciones fundamentales que pudiésemos considerar:

1.  Insistir en un acompañamiento espiritual sistemático y continuo, tanto a nivel personal como a nivel comunitario, para adquirir el talante de Cristo; es decir, contar con las personas adecuadas que nos ayuden a caer en la cuenta, desde lo esencial de nuestro carisma, de aquello que nos está impidiendo vivir en plenitud nuestro “universo relacional” cuyo centro es la relación con Dios, así como Cristo las vivió.  Necesitamos ayuda para aprender a relacionarnos, para “ser” imagen y semejanza de Dios, develar nuestra verdadera identidad, necesitamos ayuda para conocernos, salir del “cieno de temores, de pusilanimidad y cobardía” (1M2, 10), asumir nuestra realidad y ser capaces de presentarnos ante los demás tal como somos, y aceptarnos tal como somos; y para esto la mediación humana es fundamental.  No confundamos el acompañamiento espiritual con el sacramento de la confesión, aunque se tenga siempre al mismo confesor.

En la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, el Papa dedica 5 numerales a lo que denomina “acompañamiento personal de los procesos de crecimiento” (Nº 169-173), y en pocas líneas resume de manera magistral lo que supone este proceso, tan necesario para tod@s, independientemente del estado de vida, y nos dirá que sólo “La propia experiencia de dejarnos acompañar y curar, … nos enseña a ser pacientes y compasivos con los demás, y nos capacita para encontrar las maneras de despertar su confianza, su apertura y su disposición para crecer” (Nº 172).

Uno de los ejemplos más claros sobre el acompañamiento espiritual, es el que Teresa ofrece a su hermano Lorenzo, Teresa ilumina con la Luz de Cristo la vida de Lorenzo, y nada de la persona queda fuera: “deberes familiares (le orienta en la educación y atención de sus hijos - cf cta.  a Lorenzo Cepeda, 9 julio 1576 n.1), deberes sociales, vida de oración (convenciéndole que debe caminar por el camino del amor - cf cta.  a Lorenzo Cepeda, 17 enero 1577 n.12), la economía en cuanto que está relacionada con su vida moral, dándole normas muy claras al respecto (cf cta a Lorenzo Cepeda, 2 enero 1577 nn.15-16)… Con franqueza abierta y con caridad le señala sus defectos, le enseña a superarlos (cf cta a Lorenzo Cepeda, 9 julio 1576 n.3; ib 2 enero 1577 nn.15-17; ib 27 julio 1579 n.4), le reprende cuando algo no le parece bien (cf cta a Lorenzo Cepeda, 2 enero 1577 n.9)… y le pide prudencia en sus mortificaciones y vida ascética, pues «Más quiere Dios su salud que su penitencia…» (cta a Lorenzo Cepeda, 27 y 28 febrero 1577 n.6)”[2].

En cuanto a este tema podemos encontrar una doble dificultad: i.  la de dejarnos acompañar, y ii.  La de encontrar la persona adecuada que nos acompañe.  Ante la primera, debemos determinarnos con determinación a iniciar ese proceso reconociéndonos necesitados de acompañamiento, dejarnos ayudar para poder escuchar la voz de Aquel que no cesa de hablar a nuestro corazón; ante la segunda, en el documento emitido por el General de la Orden Fr.  Luis Aróstegui en diciembre del 2006, sobre laAsistencia Pastoral a la Orden Seglar, se exhorta reiteradamente a los Frailes de la Orden (Superiores y Asistentes OCDS), a asumir esta responsabilidad y ofrecer una adecuada “asistencia espiritual de calidad” (Nº 5), tanto a los Consejos de las comunidades como a cada uno de sus miembros, y para ello se requiere no solo tener la formación pertinente, sino también creer en los laicos y amarles con el amor con que Cristo les ama… además de entender adecuadamente su vocación y misión en la Orden y en la Iglesia.

Si bien es cierto que existen personas externas a la Orden especializadas en acompañamiento espiritual, también es cierto que probablemente esas personas no conozcan lo propio del carisma, o del “humanismo teresiano”, y eso podría confundir al acompañado, tras contrastar las orientaciones o exigencias con la experiencia de nuestros Santos.  Sin duda necesitamos profundizar en este tema.

2.  Vivir anualmente un Encuentro-Retiro para el discernimiento y/o afianzamiento Vocacional, exclusivamente para detenernos a reflexionar, a la luz del carisma, sobre los avances o dificultades, tanto a nivel personal como a nivel comunitario, que hemos tenido en esa experiencia de vivir, un año más, en obsequio de Jesucristo.  Si estamos llamados a renovar año tras año nuestras promesas, también estamos llamados a discernir año tras año, en Verdad, los elementos y las motivaciones que nos impulsan a renovarlas.

Por lo tanto no se trata de que hagamos Ejercicios Espirituales, sino que con profunda responsabilidad cada comunidad con todos sus miembros, podamos revisar en nuestro camino de Unión con Dios, la calidad del Amor con que hemos Amado, los aciertos, progresos, errores, omisiones, obstáculos, y dificultades que hemos experimentado, además de revisar la sensibilidad con que hemos percibido los desafíos que el Señor nos ha planteado tanto a nivel personal como comunitario, sea en el ámbito personal, familiar, social, eclesial, y la manera en que hemos respondido.

No olvidemos que Teresa y Juan de la Cruz respondieron a las necesidades de su tiempo, las necesidades de una Iglesia que estaba ardiendo en llamas y exigía una profunda renovación espiritual; y con esto quiero enfatizar que la dimensión espiritual carmelitana no nos aísla del mundo y sus realidades, sino que nos sumerge en sus necesidades, no podemos ser insensibles ante estas necesidades… obras quiere el Señor, más allá de la filantropía, nos quiere implicados vitalmente con la humanidad y toda la creación, lo cual no significa cargar sobre las espaldas con la problemática del mundo pero si conscientes de nuestra corresponsabilidad, “mirar la realidad desde el corazón de Dios”… (Laudato Si, los 17 objetivos del desarrollo sostenible PNUD), “para esto es la oración,… de esto sirve este matrimonio espiritual: de que nazcan siempre obras, obras” (7M 4, 6).  Por consiguiente, también supone una conducta ética comprometida… que nuestra imagen testimonie nuestra identidad carismática, y que nos permita exclamar “ya no tengo otro oficio, sino el de amar es mi ejercicio” CE 38, 8.

3.  Y aunque lo digo a la postra, siendo la principal, discernir nuestra oración personal y comunitaria,con la frecuencia que amerita nuestra vocación “contemplativa”, pues como dice Javier Garrido, la sabiduría no está en centrar la vida en la oración [entendida como acto, tiempo, lugar], sino centrarla en la relación con Dios, una relación afectiva, que afecta la vida, transforma de manera insospechada por la gracia de la comunión de amor, que fomenta una vida teologal (fe, esperanza, amor), y una capacidad de escucha y obediencia a Su voluntad… es decir, aprender a “vivir desde dentro”, desde lo hondo, que no tiene nada que ver con el intimismo espiritual devocional, sino con el primado del amor[3].  Es lo que siempre nos ha dicho la Santa, ¡comprendámosla de una vez!, la oración es amistad, es una manera de ser-en –relación, en el mundo.

Muchas veces vivimos la oración personal como la práctica de un método aprendido, repitiendo fórmulas, textos y expresiones, con frecuencia a la velocidad de un rayo, sin detenernos apenas en lo que allí está aconteciendo, más con el objetivo de cumplir con la “obligación”, o el deber, o quedar bien con Dios, con la Virgen y con los Santos,… y no digo que en los inicios no sea valioso por lo menos el hacerse fuerzas por buscar momentos y rezar de esta manera, pero no podemos quedarnos allí…

Igualmente nuestras oraciones comunitarias vivirlas como una ocasión única e irrepetible, para reunirnos como herman@s en torno al Señor, sencillas, que broten del corazón que no se cansa de contemplar Su Hermosura,… sin tampoco caer en la tentación de convertir nuestros encuentros en una exhibición de cualidades discursivas, artísticas, o de cualquier otro tipo…

Pidamos la gracia de discernir nuestra realidad oracional, ser personas orantes, y que tengamos comunidades verdaderamente orantes… “Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe a través de las obras” (St 2, 18), las obras son los frutos de la oración… las obras son nuestros actos, palabras, pensamientos… todo nuestro ser y quehacer testimonia nuestra oración…

Habría mucho más que decir sobre este tema, hay mucho material que nos puede servir de apoyo (menciono particularmente el cuaderno de Discernimiento del P. Maximiliano Herráiz[4], y el documento “Discernir para elegir” ~ Salesianos, sobre lo que es y lo que no es una vocación[5]), sin embargo una sola idea quisiera recalcar: la vocación es una experiencia vital inagotable que dinamiza toda la existencia: siempre es fuente de renovación, de creatividad, de profundización, no la demos nunca por descubierta del todo, ni agotada del todo, es el ya pero todavía no… Que nuestra vocación sea siempre experiencia gozosa a pesar de las dificultades, y que su espíritu desafiante, que es el de Jesús, nos lance a vivirla siempre de bien en mejor.

Muchas Gracias!



[1]64.  En el aspecto humano: una personalidad estable; sentido común; madurez emocional; capacidad de confiar y estar abierto; disposición a cooperar; realismo, tolerancia y flexibilidad; un cierto auto-conocimiento; fidelidad a principios.

65.  En el ámbito de la vida cristiana: buena voluntad para cooperar con Dios, en espíritu de fe; verdadera estima por la oración; amor de predilección por la Sagrada Escritura, compromiso con la Iglesia y participación en la propia comunidad parroquial, una morcompasivo y activo.

66.  En referencia con el carisma Teresiano: gusto por la oración; deseo de establecer una relación personal y amistosa con Dios; espíritu contemplativo y activo; amor a la Iglesia; deseo de familiarizarse con la espiritualidad de Carmelo.

67.  Algunas indicaciones contrarias son: síntomas de una carencia de equilibrio psicológico; la presencia de situaciones familiares que hacen imposible e incompatible vivir las Constituciones; incapacidad para integrarse personal y existencialmente en la vida de la comunidad; emociones exageradas de cólera, de ansiedad, de miedo, de depresión o de culpabilidad; ideas preconcebidas del Carmelo que impiden el aprendizaje y el crecimiento personal; nociones fundamentalistas o apocalípticas de la Iglesia; pertenencia a organizaciones con una espiritualidad dispar o a grupos basados en revelaciones privadas.

[2]Cf. Aniano ÁLVAREZ SUÁREZ, Acompañamiento espiritual en Tomás ÁLVAREZ (Dir.), Diccionario de Santa Teresa, Monte Carmelo, http://teresavila.com/diccionario, fecha de consulta: julio 2016.

[3]Cf. Javier GARRIDO, Discernimiento cristiano de la oración, Frontera Heguian 68, Vitoria 2009, p.37 y ss.

[4]Maximiliano HERRAIZ, Discernimiento espiritual en Teresa Juan de la Cruz, Frontera Heguian 64, Vitoria 2008.

[5]http://www.salesianos-madrid.com/image/DISCERNIR%20PARA%20DECIDIR.pdf, julio 2016