Hermanas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús
La Compañía de Santa Teresa fue fundada por Enrique de Ossóel 23 de junio de 1876. Este sacerdote catalán del convulso siglo XIX español, descubrió en Teresa de Jesúsla fuerza de su espiritualidad y la capacidad de la mujer para evangelizar y transformar la sociedad. Desde este convencimiento quiso que ella fuera para la Compañía maestra de vida y de oración.
El Espíritu nos envía hoy, como comunidad de mujeres consagradas, a hacer presente el Reino por la oración y la educación. Vivimos el carisma educativo en pluralidad de formas y presencias, en 23 países del mundo, viviendo la consagración religiosa en comunidad.
De Teresa y Enrique aprendemos una manera de vivir la relación de amistad con Jesús, el Amigo, el Maestro, y de servir al Evangelio; un modo particular de leer los signos de los tiempos y de participar en la realidad desde la misión educadora. La Iglesia hace suyo el carisma de la Compañía y la reconoce como Instituto religioso apostólico de derecho pontificio.
Enrique de Ossó, en respuesta a las situaciones de su tiempo, llevó adelante múltiples iniciativas apostólicas y recibió el carisma de fundador de la Compañía de Santa Teresa de Jesús.
Su encuentro con la Santa de Ávila, maestra de espiritualidad, impregnó todas sus obras apostólicas; por ello, todas los proyectos, obras, escritos… llevan el sello teresiano.
En la noche del 2 de abril de 1876, Enrique diseñó el sueño de fundar la Compañía, trazó un sencillo proyecto que se verá hecho realidad el 23 de junio de ese mismo año: la Compañía de Santa Teresa de Jesús, nacía con la aprobación del Sr. Arzobispo de Tarragona D. Constantino Bonet y del Sr. Obispo de Tortosa D. Benito Vilamitjana. Nueve jóvenes teresianas iniciaban la andadura. En la iglesia de Nuestra Señora de la Enseñanza, las jóvenes que habían hecho previamente Ejercicios con el P. Fundador se comprometen a vivir en Comunidad, observando las Reglas de la nueva Compañía de Santa Teresa de Jesús bajo la dirección del mismo. A media noche del 31 de diciembre de 1878, las fundadoras reciben el hábito de manos de don Enrique, delegado del arzobispo. Nacía así una nueva institución teresiana y una nueva familia religiosa a la cual el 23 de junio de 1879 entregaba el Fundador las Constituciones. Ya en 1882 la autoridad diocesana las aprobaba, se imprimían y el 15 de octubre emitían sus votos perpetuos las primeras religiosas teresianas. Estamos todavía en 1883 y ya pasan a Portugal. Luego sigue el camino de expansión ininterrumpidamente: en 1885 se establecen en Orán y en 1888 parte el primer grupo hacia América para fundar en Puebla de los Ángeles, México. Cuando el P. Fundador muere el 27 de enero de 1896, cuenta ya el Instituto con 33 casas diseminadas por España, Portugal, Argelia, México y Uruguay.
A lo largo de los siglos muchas más darán vida a este sueño de Enrique de Ossó: ser de Dios y regenerar el mundo siguiendo el modelo de Teresa de Jesús.
Hoy, en nuestra historia, en nuestro tiempo, San Enrique de Ossó y las primeras hermanas, a quienes se conoce como fundadoras, son una de las fuentes de inspiración para la Compañía y para toda la Familia Teresiana.
La misión, que las hermanas realizamos con quienes participan del carisma teresiano, abarca toda nuestra vida: el trato de amistad con el Señor en la oración, el sacrificio como entrega incondicional a todos y el compromiso de educar según el espíritu de Teresa de Jesús.
Fuente: www.stjteresianas.org